Cuando alguien pone en marcha un negocio, sus objetivos son: vender más y a más clientes, subir el precio, reducir costes y crear un activo bueno para venderlo. Pues hay que saber que cuatro están relacionados con el marketing, así que hay que tener una buena campaña. Pero no nos tenemos que alarmar, no tenemos que hacer ninguna inversión gigantesca. Con concienciar el equipo, adoptar una actitud adecuada y analizar el mercado y el cliente, una gran parte del camino está hecho.
Segmentar el mercado
Competir en un mercado genérico pide un presupuesto elevado en marketing. Y, seguramente, acabará con resultados poco satisfactorios. Por eso, el más útil es focalizar toda la atención en el 20% de los clientes que generan el 80% de los ingresos. Una vez se tienen identificados, toda la empresa tiene que conocer su nombre. Posteriormente, buscar todo aquel que tenga un perfil similar para incluirlo en la lista de clientes potenciales. Resumiendo, la clave está al trabajar un nicho dentro del mercado.
Marketing de testigos
Los testigos son la publicidad más fácil y barata que se puede tener, pero sólo el 2% de las empresas lo utilizan. Cuando un cliente queda satisfecho, tenemos que coger por rutina pedirle que nos escriba su experiencia para subirla a la red o incluirla en los folletines de marketing y dejarla a la vista de todo el mundo.
Ahora bien, el comentario de estos tiene que ser detallado y tiene que cuantificar el valor del apoyo o trabajo que ha hecho nuestra empresa. Tener, también, una firma es el que le da credibilidad. Si el cliente no quiere dar su nombre, una buena alternativa son las iniciales.
Los errores del marketing casero
Para repensar toda la estrategia, tenemos que coger el material que tenemos para revisarlo. ¿Hay letras y medidas diferentes? El estilo no combina con el mensaje? ¿Hay errores de ortografía? ¿Falta un titular que de gancho? De acuerdo, ha llegado el momento de desgarrarlo todo.
Tener poco dinero no significa que tengamos que embarcarnos en la aventura de hacer nosotros el trabajo. Si lo hacemos, tenemos que tener claras algunas pautas normas básicas de coherencia entre la filosofía de la empresa y como la transmitimos.
Imagen y titular, el primero que leemos
La imagen es el que más llama la atención en un cartel. Y no sirve poner una foto atrayendo y con poco sentido dentro del mensaje, porque esto sólo hace que molestar. A continuación vamos hacia el titular y allá se queda el 80% de la gente. Por eso, hay que tener una frase con gancho, para hacer que el lector siga recorriendo el anuncio. Finalmente, después del pie de foto y del resto de grafismos, vamos al texto. Así pues, queda prohibido depender totalmente de él porque fracasaremos.